Día 6 - 19 de septiembre
Inolvidable...
Eran las 4 de la mañana y ya no pude dormir más! Era una mezcla de ansiedad y de regocijo, los colores del atardecer del día anterior me nublaban el entendimiento y la ansiedad por lo que vendría me hacía palpitar el corazón con fuerza. Creo pocas veces había madrugado con tanto entusiasmo.
Salimos a las 5 de la mañana en nuestro desvencijado Toyota Land Cruiser, que claramente tuvo días mejores. Tuvimos algunos problemas de tráfico ya que un goloso hipopótamo y una elegante Jirafa se atravesaron en nuestro camino y ante la oscuridad de la madrugada aparecían y desaparecían como ilusiones divinas. Es un sueño. 45 minutos después llegamos a una explanada dentro de la reserva y aún sin salir el sol y muy arropados por el viento de la mañana nos montamos en nuestro globo aerostático. Nunca antes lo había hecho y me quedo sin palabras para describir la experiencia. Fueron los 3600 segundos más plenos de mi vida y es que la receta era perfecta: los colores del amanecer, el viento frío de África rozándome la cara, la inmensidad del Masai Mara, miles de animales despertando en la llanura bajo nuestros pies, rios serpenteantes, Ñus marchando en perfecto orden hacia Tanzania, la mejor compañía y el silencio... sobre todo el silencio... todo esto me dibujó una sonrisa en la cara y en el alma que difícilmente se me borrará. Visitaré este rincón de mi memoria con frecuencia porque esta sensación es incomparable e inmejorable y a ratos incomprensible.
Peter fue el piloto de nuestro globo, pero no Pedro nuestro guía sino Peter... un californiano cercano a los 70 años y quien seguramente tiene uno de los mejores trabajos del mundo. Él lo sabe e irradia alegría, optimismo y agradecimiento con la vida por los 25 años que ha pasado en Kenia. Tuvimos un aterrizaje tranquilo y de inmediato nos estaba esperando Pedro quien nos llevó a otro lugar donde estaba servido el desayuno, yo no lo podía creer! En medio de la nada habían montado un desayuno para cerca de 100 personas con todo lo que cualquiera pueda necesitar. Un desayuno de lujo no solo por la comida y la forma de servirlo, sino lujo en el sentido de que jamás olvidaremos el día en el que desayunamos rodeados de cebras, brindando con champaña en el Masai Mara en la mitad de África Oriental.
Despertamos de ese sueño para seguir buscando animales. Con nuestros compañeros bromeábamos sobre la poca gracia que nos hacían ya las especies repetidas y la curiosidad profunda que nos generaban los leopardos y rinocerontes, casi imposibles de ver.
Mas tarde a lo lejos un grupo de 4x4 llenos de atentos teleobjetivos esperaban pacientemente frente a un arbusto. Nos acercamos y de inmediato vimos a un hermoso Leopardo en posición de caza frente a una Gacela indefensa, creímos que el ataque sería inminente, pero después de casi media hora de paciente espera (cualidad que pocos tienen porque algunos aguantaban poco minutos) , y de tejer un sin fin de teorías... nada pasó! Las Gacelas (que eran 2) salieron corriendo y el majestuoso Leopardo se fue a dar un baño al río cercano. Yo habría podido quedarme viendo ese hermoso animal el resto de la tarde, es un lujo no saber el día y la hora en el que estamos, es un lujo que solo haya internet por momentos, pero es un verdadero gusto saber que lo más importante que tienes que hacer en el día es admirar a un felino perfecto. Como dije antes... estas cosas hacen que todo valga la pena. A veces serán leopardos, a veces será un atardecer, en otro momento será un olor, un sabor o un recuerdo. El verdadero lujo es no perder la capacidad de asombro, valorar lo poco o lo mucho que tengamos y entender que la felicidad que viene de adentro es la que nos hace valorar lo pequeño y lo grande que tenemos a nuestro alrededor, no sólo en unas maravillosas vacaciones, sino en todos y cada uno de los días de la vida.
Yo creo que en el día podemos recorrer aproximadamente 100 kilómetros buscando animales. Luego de la caza fallida llegamos a la orilla del Río Mara antes de pasar por un momento por la frontera con Tanzania. Todo esto dentro del Masai Mara. El rio estaba repleto de Hipopótamos y cocodrilos, caminamos por la orilla un rato con compañía de un guarda parques y seguimos nuestro camino buscando un lugar seguro donde almorzar.
La sombra de una Acacia fue el lugar perfecto donde comimos pollo, arroz y ensalada que nos habían mandado del campamento. Qué más podemos pedir, creo que solo agradecer. De regreso al campamento, ya bastante cansados un grupo de Jirafas no dejaron de sorprendernos, unos Leones adolescentes dormían al lado del camino y unos turistas perdidos a quienes ayudamos cerraron nuestra visita al Masai Mara.
Un baño reconfortante, unas cervezas heladas y una buena charla nos prepararon para la última cena al lado de los hipopótamos. Al final una fogata que nos ayudaba a contemplar el cielo tapizado de estrellas fueron la antesala perfecta para el final de un día inolvidable.
Día 7 - 20 de septiembre
Las piedras del camino...
Antes de verlo bien no entendía lo que todo miraban con asombro, eran sólo las 7 de la mañana y ya habíamos empacado, desayunado y salido hacia Tanzania.
Por el camino vimos todos los niños Masai iban a sus escuelas con unos uniformes coloridos mitad Masai, mitad colegio británico. Algunos llevaban un palo, imagino yo que para defenderse de la aparición súbita de algún animal. Otros corrían temerosos de llegar tarde y otros más eran llevados por sus padres como lo hace cualquier familia con sus hijos.
Tuvimos que cambiar de carretera porque un carro se había atorado sin dejar paso para los demás, esto nos obligó a cambiar la ruta trazada y a perder un poco de tiempo. No puedo negar que nos frustramos un poco por aquella mala costumbre de querer tener todo bajo control. Pero de no ser por eso no hubiéramos logrado ver una de las imágenes más crudas y más hermosas a la vez. Un Leopardo dormido encima de un árbol al lado de una Gacela muerta y recién cazada esperando a ser el bocadillo de su victimario. Lo que antes era frustración ahora era fortuna. Como en la vida, uno a veces no entiende las razones de los problemas, pero la vida misma con el paso del tiempo se encarga de poner todo en su lugar y de explicarnos el porqué de cada situación.
Seguimos nuestra contrarreloj mientras salíamos de la reserva natural y atravesábamos el sur de Kenia por zonas más urbanas. Sin duda este es un país muy centralista donde el contraste entre Nairobi y las zonas rurales es inmenso y donde las personas viven de forma modesta y la infraestructura es bastante precaria. En medio de la ruta un pinchazo en una llanta que Magas y Pedro solucionaron con buen humor y sin apuro. Esto pudo haber sido una calamidad, pero en el continente de Hakuna Matata vamos sin preocupaciones... como hay que vivir.
Después de 3 horas y media llegamos a carretera pavimentada y recién ahí notamos el grave problema mecánico de nuestro cacharro que no lo dejaba avanzar a más de 50 kilómetros por hora, esto no era notorio en las trochas del parque pero si en las autopistas de la frontera. Una hora después llegamos a Tanzania.
El paso fronterizo es igual a cualquier otro que haya conocido, controles, sellos, revisiones, tramitadores, estafadores y mucha mucha gente! Nos despedimos de Pedro, Magas y del cacharro y conocimos a Leodigas nuestro nuevo guía y a nuestro nuevo coche que al lado del anterior era una verdadera nave. Leodigas habla perfecto español lo que sumado a su experiencia, conocimiento y pericia al volante hacen que sea el compañero ideal. A estas alturas no nos separamos para nada de nuestros amigos españoles y cada minuto que pasa es una oportunidad para conocernos y compartir más. Como buenos latinos ya nos hemos prestado medicinas, consejos, recomendaciones y hasta plata.
Tanzania es un país de casi un millón de km cuadrados. Tiene una población de 51 millones, el más poblado de África Oriental y nació de la unión de dos países Tanganica y Zanzibar en 1964. En promedio las mujeres tienen 5 hijos y la esperanza de vida es muy baja cerca de 50 años ya que es uno de los países con mayor cantidad de infectados por VIH y uno con el IDH mas bajo. El 75% de la población está alfabetizada pero hay una gran deserción en la educación secundaria. Dar Es Salam es su ciudad más poblada, pero su capital es Dodoma en el centro del país. Tanzania es conocida por el Serengueti un parque natural de 14.000 kilómetros cuadrados y el Kilimanjaro la montaña más alta de África. Se distingue de sus vecinos porque lucha por una identidad propia y se niega a conservar cualquier vestigio de su período colonial británico incluso quieren desterrar al inglés y consolidar al Suajili como único idioma oficial. A pesar de tener 120 diferentes tribus, no han tenido conflictos internos y menos genocidios como el de su vecino Ruanda. También comparte con Kenia y Uganda el Lago Victoria, el segundo más grande del mundo de agua dulce y nuestro destino el día de hoy.
Entramos sin problemas a Tanzania y el cambio fue inmediato. Un país mucho más verde y con edificaciones más modernas y desarrolladas. De las carreteras ni hablar, no hay punto de comparación!!! Algo similar experimenté cuando crucé la frontera norte de Costa Rica hacia Nicaragua y pude notar de forma inmediata los impactos de las decisiones políticas en la vida de las personas.
Recorrimos otras dos horas de camino y llegamos a la orilla del lago, allí almorzamos y disfrutamos de una divertida conversación. Este sector de Tanzania es muy similar a cualquier pueblo de la costa caribe colombiana. Sin embargo el aspecto y vestimenta de las personas es totalmente diferente.
Tomamos una lancha común y después de 45 minutos llegamos a Lukumba una isla hermosa con 5 cabañas que serían nuestro hospedaje por este día. Descansamos un rato mirando siempre hacia el lago aún desde la cama, una vista idílica. El plan era encontrarnos a las 6 para ver el atardecer desde el punto más alto de la isla! Salimos caminando con nuestros amigos españoles hacia las rocas más altas. Sara la chica madrileña es profesora de niños especiales y ama su trabajo, en sus tiempos libres se dedica al deporte y de ahí su atlética figura. Nos pusimos a conversar sobre su oficio quedándonos de últimos en la fila, y de un momento a otro nos dimos cuenta que nos habíamos perdido y no sabíamos a donde ir. Sara experta montañista empezó a orientarse y buscar señales y yo la seguía atento pero tranquilo. Estuvimos perdidos como 15 minutos en los que vimos una zona mas alejada de la isla y nos encontramos con un grupo de jugadores de fútbol que prácticamente se abalanzaron sobre Sara. Uno de los guías preocupado por nuestro destino nos encontró y logramos subir a tiempo a la roca para ver el atardecer. Allí nos esperaba el resto del grupo con cervezas y comida para admirar con más gusto ese espectáculo.
Seguimos la misma rutina de las últimas noches, cena (esta vez pescado) y luego un repaso del día en la fogata. Seguimos avanzando en este camino africano sin dejar de sorprendernos. Hoy escribo este post desde la mitad del Serengueti en un tienda de campaña, alejado de toda civilización y con el coro de 10 Hienas que viven en la zona, como compañía.