Nueva York era otra, aquella
ciudad cubierta por la nieve, extremadamente fría y atiborrada de gente en el
invierno del 2009 no era más. Esta ciudad ahora primaveral, me reconquistó con
el primer golpe de la brisa tibia al salir del JFK y con sus atardeceres
intensos de las 9 de la noche. Un taxista simpático, el tráfico fluido y un
hotel encantador hicieron el resto.
Después de 15 días de no ver la
noche en Islandia, nos quedamos ciegos cuando las luces de las calles se
encendieron y los carros con sus faros estridentes nos enfocaron de frente.
Estoy seguro que en la primera media hora en Nueva York vimos más gente que en
todo nuestro paso por la adorada Islandia.
Caminar por la capital del mundo
es ir de un país a otro (real o inventado) cada 100 metros, ver las luces de
Time Square nos transporta hacia Volver al Futuro, caminar por China Town con
sus olores, sus patos en las vitrinas y sus templos budistas de inmensa paz;
nos sumerge en los más intrincados secretos del lejano oriente. A dos pasos de
allí aparece don Vitto Corleone hablando bajo y compartiendo algún secreto con
John Gotti en Little Italy. Al atravesar
Madison Av, más allá de la calle 66, lo único que se espera es ver a
Carrie, Samantha, Miranda o Charlotte salir de Gucci o Prada cargadas con mil
bolsas, haciendo gala de algún look estrafalario y exquisito.
Cómo olvidar el East Village con
su irreverencia antológica; el Soho con esa tranquilidad y simpleza que lo
llenan de encanto. Wall Street el lugar donde cientos de desconocidos corren de
un lado para otro y deciden cuanto podremos gastar en los próximos días. El
monumento del 11 de septiembre que nos encoje un poco el corazón. La sede de la
ONU donde en un recorrido turístico tratan de justificar lo que ellos mismos
hicieron con Palestina. Little Korea con los mejores Dumplings del mundo. El
Dakota, residencia de Rosemary, la del
bebé satánico. El Strawberry Fields en Central Park, donde mataron a John
Lennon, y que ahora sirve de
entretenimiento a algunos hippies trasnochados. Gran Central, nuestro segundo
hogar durante estos días. Los imponentes Empire State y Crysler Building
construidos en los 30´s, tan art decó
tan viejos y tan vigentes. La quinta avenida, que más bien parece la salida de
un estadio de fútbol de Colombia después de un clásico, o el parque de La
Sabana en San José en el domingo más soleado; el olor y humo de las comidas
callejeras destruyen cualquier indicio de glamur en esta zona. Nadie me saca de
la cabeza que la tienda de Louis Vuitton en la esquina de la quinta, huele a
chicharrón.
Mención aparte merecen el MET y
el MOMA dos de los museos más importantes del mundo, tan diferentes, tan
encantadores, tan entretenidos, tan sorprendentes. Es que no parece posible que
tantos objetos tan lindos, tantas obras de los genios más iluminados de la
historia de la humanidad y tanta creatividad,
puedan encontrarse en un mismo lugar de manera tan perfectamente
dispuesta.
Con Nueva York pusimos fin a unas
vacaciones inolvidables. Seguramente ya no seremos los mismos, nuestros ojos
ven el mundo de una manera diferente. Crecimos y envejecimos un poco, Nos
conocimos más y mejor a nosotros mismos.
Sigo este paseo por la vida
atesorando todas estas experiencias y recuerdos. Seguro de que conmigo avanza
un ser humano íntegro, transparente, incondicional, generoso, inteligente,
desprendido, dispuesto a atravesar el
camino más pedregoso, empinado y agreste a mi lado. GRACIAS!!!!!
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