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viernes, 18 de octubre de 2013

Las vacaciones más grandes del mundo.



Del 1 al 7 de octubre de cada año, los chinos celebran su fiesta nacional, lo que significa que el 20% de la población mundial (1.5 billones de personas) salen a vacaciones y se dedican a hacer turismo por su país,  justo en este momento Juanpa y yo aterrizamos en Beijing.

Salimos el miércoles en la mañana de San José, rumbo a El Salvador (ahora CR no tiene vuelos directos casi a ninguna parte L) allí esperamos una hora y abordamos un vuelo que llevaba más bolsas de pollo campero que pasajeros. Después de 5 interminables horas aterrizamos en Los Ángeles (El pueblo de Nuestra Señora la Reina de las Ángeles de la porciúncula)  para hacer una escala de 6 horas, de las cuales nos gastamos casi dos en filas migratorias y trámites aduaneros.

Llegamos al counter de AIR CHINA y de inmediato Oriente nos atropelló, faltaban 6 horas para abordar el avión y cerca de 100 personas ya estaban delante de nosotros cada una cargando en promedio 3 maletas, peluches, almohadas, looks estrafalarios y enormes ansias por llegar a Beijing. Nosotros habíamos documentando el equipaje desde San José por lo que solo tuvimos que registrarnos, pero algunos de nuestros compañeros de viaje no lo hicieron y sus caras de angustia reflejaron su frustración. (Sí, vamos en un tour, por extraño que parezca).

Tuvimos acceso a la sala VIP y justo sentado a nuestro lado estaba TOBBY MCGUIRE, el de Spiderman y el Gran Gatsby, no encontraba la forma de decirle a JP, que no lo había reconocido quién era sin que el actor se diera cuenta, justo cuando JP lo reconoció dobló su libreto y se fue, seguro molesto porque habíamos sido muy evidentes. Para estas alturas ya era la 1 de la mañana y debíamos abordar. Nos impresionó la rapidez con la que cerca de 300 personas se sentaron, arreglaron sus almohadas, cobijas, peluches y maletas. En menos de 15 minutos ya estábamos despegando, nosotros nos tomamos nuestra pastilla para dormir y nos acomodamos al lado de un señor chino que estaba muy enojado por algo. Claramente no logramos entender sus reclamos, por lo tanto nos quedamos con las ganas de saber el origen de su indisposición.

Casi 25 horas después llegamos a Beijing… un aeropuerto enorme y moderno nos dio la bienvenida, después de pasar el control migratorio, muy sencillo y fácil por cierto,  nos enfrentamos con la grandeza de esta cultura y su enorme acerbo histórico y cultural. Dos enormes pinturas que pertenecieron al último emperador (el de la película) están al lado y lado de la entrada hacia el tren que nos lleva a recoger las maletas. Hay cerca de 8.000 figuras diferentes y ninguna se parece a la otra. Nuestras maletas llegaron bien, fue un acierto haberlas hecho envolver con plástico ya que nada les pasó en tantas y tantas horas de viaje. Es interesante analizar como todos los pasajeros cambian la expresión de su cara cuando la maleta asoma por la banda, es como si se tomaran un relajante.

Afuera conocimos a Iris, nuestra guía, que con el paso de los días se convirtió en parte fundamental del viaje y de nuestra diversión. Amada y odiada por algunos, nosotros particularmente la encontramos encantadora y demasiado divertida. En total somos 18 viajeros, 14 de Costa Rica (en donde estamos dos españoles y dos colombianos) y 4 argentinos que han resultado ser muy agradables.

De inmediato nos llamaron la atención varias cosas: es una ciudad muy contaminada, tanto que el cielo azul hace mucho que no se ve,  el sol se ve lejano y redondo como inofensivo…  y la luna, hace rato no se asoma por aquí. Contrario a lo que muchos se podrían imaginar Beijing es impecable y muy verde. En ella viven 17 millones de personas y en nuestro tiempo de permanencia fue muy poca la basura que vimos y no fui testigo de ninguna carretera con huecos o maleza, por el contrario las cestas de flores y los jardines milimétricamente sembrados están en cualquier separador y rotonda. Beijing, dejando de lado la contaminación, es sin lugar a dudas una ciudad muy bella.

Nos metimos en nuestro papel de turistas chinos en china (con bandera y todo) y fuimos al Nido de Pájaro y al Cubo de Agua, no es posible entrar porque estos escenarios ya están en desuso y solo son atractivos turísticos, no se puede negar su belleza e imponencia, cómo estaría esto en la época de los olímpicos es la pregunta constante. Ya habíamos llegado a China, conocido a la guía, tomado el bus y visitado la primera atracción y a penas eran las 8 a.m. del viernes 4 de octubre, el jueves lo perdimos en el tiempo.

Fuimos al zoológico a conocer al famoso panda, estaba atiborrado de personas, por aquello de las vacaciones,  que vienen desde todo China a conocer la capital, de hecho el 90% del turismo proviene de las otras provincias del país. Nosotros no sabíamos qué era más interesante si mirar a los animales o a las personas que los observaban. Jamás me imaginé que pudieran existir tantos tipos de chinos y que además pudieran vestir de manera tan diversa.

El zoológico es un parque enorme, como todo en China, con lagos bordeados con sauces llorones y con la bruma que envuelve a toda la ciudad… parecía un cuadro impresionista, además es atravesado por un gran canal que va por el norte de China y que es más largo que la muralla y que servía de vía rápida de comunicación hace más de 1000 años.

Los animalitos están descuidados y en condiciones muy tristes, seguro a los pandas no los bañan hace años y ni hablar de los lobos o monos que tienen sus jaulas ubicadas debajo de los rieles del metro, es un poco triste, sin embargo esto no opaca la imponencia de algunos de sus paisajes y decorados. Imposible no pensar en Kenzo y Bimba que viven como unos reyes en San José y que desde aquí se extrañan demasiado.

Fuimos a almorzar a un restaurante tradicional de mesa redonda giratoria para compartir, muy rico y de ahí al hotel, excelente al estilo americano. Una siesta que se prolongó un poco más de lo planeado, la visita al mall cercano y el jet lag haciendo de las suyas (nos dormimos a las 10 y nos despertamos a las 3:30 am), pusieron fin al día.

Nuestro tour funciona como un reloj, a las 8 am y después de desayunar ya íbamos camino a la fábrica de las perlas, una tienda en la que aprendimos todo lo que se necesita saber sobre el cultivo de las perlas de agua dulce y de agua salada, de ahí fuimos al Palacio de Verano, lugar donde el emperador iba a pasar los días mas calurosos, este parque, el más grande de China, rodea un gran lago que ocupa 3 cuartas partes de su terreno, que a su vez  esta coronado por una pagoda preciosa que un emperador un día vio en sus sueños y quiso traerla a la realidad. Caminamos cerca de 2 kilómetros por este parque pisando lugares milenarios, llenos de historia y acompañados por miles de chinos que en sus vacaciones van a lugares como este. He comentado mil veces: “que increíble caminar en medio de tanta historia y tradición” 

La neblina, si bien producto de la contaminación agrega un toque místico a la experiencia. Tomamos el bote del dragón y tuvimos una linda sorpresa: nos encontramos con el pato de hule gigante del artista holandés Florentijn Hofman, que está en la ciudad con motivo de la semana del diseño.

Fuimos a almorzar a un lugar occidental, porque a algunos turistas no les gusta la comida china. Hasta el momento este restaurante ha sido lo único malo del viaje, la calidad de la comida y la falta de aseo dejaron mucho que desear, sin comentarios. Posteriormente fuimos a la Plaza Tian’anmen símbolo del partido comunista, homenaje a Mao, centro del gobierno,  de las finanzas, centro de China y escenario de una de las matanzas de estudiantes más grandes de la historia. A la fecha aún no se sabe cuantas personas murieron. Hoy en día es uno de los lugares mas vigilados del planeta, las cámaras de seguridad, las revisiones y la cantidad de policías vestidos de civil y de uniforme intimidan. En su interior el espíritu festivo, las familias felices tomándose fotos, los decorados especiales por la independencia y el espíritu festivo hacen que nos sintamos en la auténtica China, un país donde pareciera que los únicos comunistas son los gobernantes y no su población.

Cruzamos las calle y entramos a la ciudad prohibida, casa de los emperadores desde 1420 hasta 1924. Este es el complejo monárquico más grande y visitado del mundo, tiene 9999 habitaciones y caminar entre cada una de ellas nos tomó cerca de 3 horas y casi 4 kilómetros. Es muy bonito pero creo que a no ser por la cantidad y variedad de personas que nos acompañaban en el recorrido hubiera sido un poco monótono.  Para JP y yo comentar sus vestimentas, descifrar sus conversaciones y admirar la belleza de sus niños se convirtió en la principal atracción.

La cultura de este país le da tal importancia a la familia que creo que sólo se puede comparar con los lazos filiales que tenemos en algunos países de América Latina. Después de que en 1980 se impusiera la ley del hijo único, la vida de las familias en China gira en torno a su hijo. Esto es muy enternecedor, padres, abuelos, tíos etc. están siempre pendientes de los héroes de la familia. Mientras trabajan, los padres viven por y para sus hijos, todos sus ingresos son para ellos, esto sin importar la clase social. Cuando ya están ancianos los papeles se invierten y son los hijos quienes se desvelan por sus padres. Que diferente a la cultura occidental, donde cada vez más ancianos mueren solos, tristes y olvidados.  (Dice JP que los hijos únicos de China reciben tanta atención que son a su vez mal criados y berrinchudos)

Cuando los pies  ya nos palpitaban y no dábamos para más, fuimos al Templo del Cielo,  el lugar más lindo en el que hemos estado. Allí iba el emperador a orar por las cosechas. Actualmente las personas van a este lugar a cantar, bailar y a jugar, otro contacto con la China más real y alegre.

En la noche fuimos a comer PATO LAQUEADO DE PEKÍN, este es el plato más tradicional del país, mientras JP comía verduras, yo trataba de encontrarle el gusto a este peculiar plato. Después nuestros compañeros fueron a un show de Kung Fu, algunos nos quedamos en una calle muy moderna y comercial. Creemos que era como un barrio de clase alta, porque la gente era muy elegante y las tiendas muy lujosas. Beijing de noche es un gran Times Square, todos los edificios tienen pantallas y letreros luminosos, es increíble que transitamos cuadras interminables y kilómetros y kilómetros y las luces y los grandes edificios no dejan de aparecer. Insisto, es una ciudad muy linda y organizada… quien lo iba a creer.

Dormidos a las 9:00 pm levantados a las 5:00 am poco a poco nos vamos cuadrando, vamos 14 horas por delante de CR, así que el desajuste es justificado. En la mañana hicimos una pausa en una fábrica de Jade, piedra que es símbolo de China, nos pareció larga y poco entretenida esta parada, pero nuestros compañeros de viaje, que compran de todo, salieron con las manos llenas de regalos. Mi pregunta es, será que si van a ser adornos de algún lugar?, o terminarán en algún cajón olvidados? NS/NR .

De allí fuimos a un tramo de la Gran Muralla China, estaba muy nublado por la contaminación, pusimos a prueba nuestra resistencia física y meses de entrenamiento y empezamos la subida, dice Mao “ Quien no ha subido a la muralla, no es un hombre de verdad” nosotros subimos lo menos que pudimos hasta que nos sentimos héroes. La verdad es que aquí con estos recorridos tan fuertes debemos administrar las energías, por eso no esforzarse de más es la regla. Paramos a almorzar en un enorme restaurante de comida típica, degustamos unos platos exquisitos, que hasta el momento no sé bien qué son, pero que nos aseguraron con mucha vehemencia que no contenían ni perro ni gato, ni ningún otro animalito no deseado J.

Hemos caminado tanto en tan poco tiempo y los chinos tienen todo tan bien calculado que cuando sentíamos desfallecer nos llevaron a recibir un masaje de pies. Pero como nada es gratis mientras nos subían al cielo a punta de delicadas maniobras, aparecían un médico y enfermera chinos que con vernos la lengua y sentirnos el pulso nos diagnosticaban enfermedades como: dolor de espalda, falta de sueño, malestar estomacal con tratamientos ofrecidos por ellos que rondaban los 500 dólares cada uno. Lo más chistoso es que a JP que se viene recuperando de varias dolencias lo felicitaron por sus excelentes condiciones. Algunos de nuestros compañeros de viaje salieron con sus medicinas en la mano. Yo que creí que gozaba de buena salud, terminé casi desahuciado, pero gracias a las recomendaciones de mi hermano que ya estuvo por aquí hace algunos años, salí con las manos vacías.  De allí fuimos a los HUTONGS en triciclo, los laberínticos barrios tradicionales de la ciudad, allí todo lo que se dice de esta cultura es verdad, huele mal, todo tiene aspecto sucio y es desordenado y mal tenido; sin embargo el recorrido en triciclo es agradable y el contacto con el mundo real también lo es. Los HUTONGS están en vía de extinción ya casi no queda ninguno, los que existen son cuidados por el gobierno como símbolo tradicional y como contraste con las grandes torres de apartamentos en las que se acomodan en la actualidad 17 millones de capitalinos.

En la noche fuimos primero a un BBQ que claramente tenía bajos estándares de aseo y luego a la ópera de Pekín, no sé que decir al respecto, es un espectáculo bastante especial y creo que muy poco comprensible para los occidentales, me gusta la ópera tradicional, pero en esta ocasión mi mayor mérito fue no haberme quedado dormido.

Con esto completamos las tres actividades básicas que se realizan en la ciudad: (poner acento chino) PEKIN PATO, PEKÍN OPERA, PEKÍN MURALLA, Así terminamos nuestra visita a esta maravillosa ciudad, que nos deja con la inquietud de regresar, con los pulmones bastante sucios y con la certeza de que Beijing es un mito, hay que venir a ella para conocerla de verdad.  



2 comentarios:

  1. Super! Me encanta esta narrativa... No soy amante de China pero me encanto este viaje jjejeje

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  2. Muy interesante aventura, complaceme con algunas fotos de estos lugares tan peculiares, por favor. :o)

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