SHANGHAI, IMPRESIONANTE.
En
China uno se siente todo el tiempo vigilado, el régimen quiere tener control
sobre todo y sobre todos. Las familias normales solo tienen permitido concebir
un hijo, por lo tanto tener hermanos, tíos o sobrinos es algo realmente
inusual. Las conexiones a internet están totalmente controladas y limitadas,
incluso en el freewifi de centros comerciales, hoteles y aeropuertos piden una
cantidad detallada de información e incluyen un largo listado de términos y
condiciones; pero eso no es todo, lo
peor es que casi todas las páginas están bloqueadas. La tierra pertenece al gobierno, por lo tanto
una persona que compre un apartamento sólo tiene derecho a usarlo por 70 años,
para comprar un carro hay que cumplir con normas de tributación de al menos 5
años y para conseguir el permiso de circulación hay que pagar cifras
inimaginables, en fin todo esta normado
y nada es dejado al azar. Sin embargo
los chinos están tan preocupados por salir adelante, por tener una buena salud
y hacerse cargo de sus padres que creo que no se ocupan de estos temas. Esto me
hace pensar mucho en la cotidianidad de la vida en Costa Rica y en el enorme
valor que tienen la autonomía, la autodeterminación y el anonimato.
Shanghai
no pertenece a este mundo, cuando pasen muchos años o incluso siglos alguna
ciudad del hemisferio occidental será parecida. Una ciudad que ha pasado por
invasiones, guerras y grandes dificultades ha sabido recoger lo mejor de todas
estas experiencias y desarrollar un paisaje y urbanismo impresionantes.
Llegamos
a Shanghai el jueves en la tarde, de inmediato nos dimos cuenta que no habíamos
llegado a una ciudad normal, en nuestro recorrido pasamos por puentes de cinco
niveles y por allá a lo lejos en el horizonte los rascacielos de formas
caprichosas nos anunciaban nuestro viaje al futuro.
Algunos
dicen que Shanghai es una ciudad “retrofuturista” por varios años tuvo algunas
zonas que eran propiedad de Francia, Inglaterra y Japón, estas potencias
visualizaron lo que se venía y se apoderaron de lo que se denomina concesiones
o barrios enteros que actualmente aún conservan la arquitectura de principios
del siglo XX intactas. Al frente de estos barrios atravesando el rio Huangpu
esta la zona de Putuo símbolo del poder Chino.
No
mas llegando fuimos a caminar por el barrio francés que tiene una parte muy
glamurosa, con personas súper elegantes y donde las tiendas de diseñadores
internacionales están por doquier, aquí la gente no escupe. Luego dentro del
mismo barrio francés fuimos a otro sector más bohemio pero lleno de magia y
encanto. Nos quedó la sensación de que lo que no se consiga en Shaghai es
porque no existe. Mas tarde fuimos a cenar tepanyaki koreano y de ahí a un
crucero nocturno por el rio Huangpu que nos permitió ver todos los rascacielos
encendidos y un panorama similar al de odisea en el espacio. El hotel estuvo a
la altura de la ciudad y una corta caminata nocturna por sus alrededores nos
dejó con ganas de más.
Iniciamos
el día temprano visitando la torre de la perla oriental, una antena de televisión
que tiene uno de los ascensores más rápidos del mundo, una altura de record
guiness y una vista irrepetible de toda la ciudad. En 8 segundos subimos a 263
metros. Para quienes tienen miedo a las alturas este sitio esta prohibido ya
que además, tiene una plataforma con suelo transparente que nos hace sentir
como si estuviéramos volando. De allí fuimos al casco viejo, en donde se
encuentra un laberintico mercado lleno de baratijas y con unos olores que
preferimos olvidar, luego nos dimos cuenta que este olor nauseabundo es el del
tofu frito. En este lugar tuvimos nuestro primer encuentro con las ventas
clandestinas de copias, de manera muy disimulada llevan al turista a casas
escondidas y llenas de recovecos que finalizan en locales comerciales cerrados
llenos de imitaciones, las que vimos eran justamente eso: imitaciones, que se
podían distinguir a simple vista, por más que los insistentes vendedores hacían
énfasis en su calidad. Bolsos, maletas, billeteras y relojes baratos con el
logo de una casa de modas encima, eso era todo. En una de esas vueltas por el
laberinto del comercio chino encontramos un H&M y allí pasamos el resto del
tiempo disponible JP y yo.
Después
hicimos un recorrido por el Bund, concesión inglesa a orillas del rio; este es
un lugar muy especial porque si uno mira al lado izquierdo ve las hermosas
construcciones británicas, pero si mira al lado derecho ve el futuro del mundo
materializado en construcciones altísimas y extravagancias arquitectónicas que
nos dejaron con la boca abierta. En la época de las concesiones, (finales del
siglo XIX) en Shanghai abundaban letreros que decían prohibida la entrada de
Perros y Chinos, entonces aquí es cuando uno entiende que mirar para un lado o
para el otro en medio del Bund tiene una carga histórica fuertísima que no riñe
con la realidad actual sino que por el contrario parece una visión a la
decadencia de las potencias tradicionales y al surgimiento de la gran nación de
oriente, que como sus rascacielos da sombra al resto del mundo.
Luego
pasamos a la zona más comercial: Nanjin Road, caminamos entre tiendas
vendedores, restaurantes y llegamos hasta el centro espiritual de la ciudad el
People´s Park. Este recorrido resultó
algo incomodo para JP y para mi ya que dos hombres occidentales y solos,
parecen ser el imán perfecto para que tanto hombres como mujeres ofrezcan el
servicio de masajes y acompañantes, fue agotador tener que decir no de forma
agresiva tantas veces. Terminamos el largo día cenando crepes franceses que nos
supieron a gloria y de allí al famoso espectáculo de acrobacias, que estuvo a
la altura del mejor Circo del Sol.
El
sábado corría por nuestra cuenta, el destino estaba claro, un museo escondido
en el centro de la ciudad que estaba presentado una retrospectiva del trabajo de
Cristian Dior, si se entiende la moda como arte, entonces tendríamos ante
nuestros ojos algunas de las obras más impresionantes de nuestra época, las
creaciones de Monsieur Dior. Encontrar
el museo fue todo un reto, tuvimos que caminar de nuevo por la calle del acoso
sexual y un incandescente sol nos acompañó durante nuestra búsqueda. Una vez
allí olvidamos todo esto y nos dedicamos a disfrutar de un montaje impecable y
de la historia de los últimos 70 años a través de los trajes más lindos que nos
pudiésemos imaginar. Valió totalmente la pena. El resto de la tarde la dedicamos a perdernos
por las calles de esta ciudad que como las grandes urbes nos sorprende en cada
esquina. Después de un descanso en el hotel salimos de nuevo en el metro que
estaba en el sótano del hotel y caminamos por una ciudad que profusamente
iluminada esconde la noche, pero que si deja ver una gran luna que a ratos
parece colocada allí también por algún arquitecto chino. Igual que en Beijing
la pasión por iluminar los edificios es muy común, lo que si nos sorprendió
fueron los bailes callejeros y el karaoke ambulante. Casi en cada esquina se
pueden ver grupos de señoras haciendo coreografías lentas y muy bonitas. (No sé
si sea Tai Chi) pero todas estas señoras mayores muestran una placidez
admirable mientras de forma coordinada pintan el cielo. El karaoke ambulante es
más alegre y bullicioso, las letras de las canciones pueden leerse en pequeñas
pantallas o en papelógrafos, lo importante es que el equipo de sonido este bien
calibrado y suene bien duro, la gran conclusión, es que los chinos cantan muy lindo.
Al igual que los cantos en el templo del cielo, las personas que cantaban aquí
en el centro de Shaghai lo hacían bastante bien, aquí esta una pequeña muestra:
El
domingo dejamos Shaghai, para llegar hasta el aeropuerto tomamos un tren
magnético de alta velocidad llamado Maglev, que alcanza 430 km por hora en una
parte de su trazado. Por lo tanto
recorrimos una distancia de más de 30 kilómetros en sólo 8 minutos. Esto
inevitablemente nos lleva a pensar en la infraestructura de nuestra ciudad,
donde llevamos años padeciendo los puentes de emergencia, las presas
interminables, los hundimientos, los robos y la corrupción, y aunque las
comparaciones son odiosas y las realidades diferentes, no se puede dejar de
sentir algo de desconcierto y hasta rabia. Cuál será la fórmula secreta para
poder combatir todos los problemas de infraestructura que tenemos? La verdad es
que ante tal derroche de planificación y aplicación de políticas públicas mi
odioso comentario fue: “de verdad
estamos muy atrasados”.
Hasta
ese día podría afirmar sin temor a equivocarme que Shanghai era la ciudad más
cosmopolita, aún más que Londres, que hasta el momento hubiese conocido, hoy
que escribo esto, dejando Hong Kong de regreso a Costa Rica, no sé si piense
igual.
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