Translate

viernes, 11 de octubre de 2019

Asante Sana

Día 10 - 23 de septiembre 
Asante Sana 

El final de la aventura africana se acerca y aunque ya son muchos los kilómetros recorridos y los animales divisados se siente un vacío en el pecho, porque uno quisiera seguir así/aquí para siempre.

Entre el entusiasmo de nuestros compañeros de viaje, la conexión que hemos establecido y el conocimiento, dedicación y entrega del guía hemos conseguido la mancuerna perfecta para que este recorrido sea aún más espectacular y satisfactorio. 

El camino hoy sería largo pero sin prisas, safari en la mañana por el Serengeti, luego conducir hacia el sur para llegar al Ngorongoro y de camino parar en una aldea Maasai. Salimos de nuestro campamento dejando un poco de nosotros en él y llevándonos sus sonidos, olores, canciones y paisajes muy grabados en nuestra mente, especialmente la sonrisa de la gente, que no tiene precio. Iniciamos el camino habitual lleno de animales y especies nuevas que se sumaban a la larga lista. La mañana se la robaron una familia de 17 elefantes que se cruzaron por el camino, o más bien nosotros nos cruzamos en el camino de ellos mientras tomaban un baño de lodo y polvo. Los estuvimos observando por un largo rato, sobre todo a dos de ellos que jugaban como niños pequeños en el barro... cómo alguien puede quitarles la vida sólo por lucro o diversión??? Inconcebible!!!

En la medida en que íbamos buscando la salida del Serengeti nos íbamos encontrando con dos cosas: primero con más civilización y luego con miembros de la tribu Maasai, envueltos en sus túnicas de colores y caminando expectantes al rededor.

Almorzamos nuestra cajita de lonchera en uno de los puntos de picnic, relativamente a salvo de los animales y seguimos el camino. Salimos del parque a través de la carretera más polvorienta que he conocido, respiramos tanto polvo y quedamos tan sucios que es difícil pensar como alguien puede vivir por allí. A lo largo de la ruta se van formando pequeños torbellinos y en algunos casos es necesario encender las luces de los vehículos para ver y ser vistos. Es muy surreal la escena y muy agreste para quienes habitan por las inmediaciones de este camino. 

Pasamos por La garganta de Oldupai, el sitio arqueológico más importante del mundo,  donde se encontraron los primeros restos de Homo Sapiens y Homos Erectus, con una antigüedad de aproximadamente 15.000 años. Este es uno de los sitios de los que los Tanzanos se sienten más orgullosos, junto con el Serengeti, su pedazo del Lago Victoria y el Kilimanjaro. Ahh y también por ser la tierra natal de Freddie Mercury!! 🤪

Dejamos la carretera empolvada y empezamos a ascender de los 1000 hasta los 2200 metros SNM,  hacia uno de los bordes de Ngorongoro, un crater extinto de 20 kilómetros de diámetro que visitaríamos al día siguiente. En la subida paramos en una comunidad Maasai, muy similar a la que vimos en Nairobi, son una tribu nómada y son exactamente los mismos, pero esta aldea era habitada por más personas, que al vivir más alejados de la  ciudad son más humildes y tienen las necesidades básicas menos cubiertas. Algunas cosas parecían coreografiadas para el turismo, pero su encanto, su colorido y su autenticidad no se los quita nadie. Aún me da vueltas en la cabeza la diferencia entre el aseo y vestimenta de los adultos y la suciedad y descuido de los niños, que en su mayoría lucían enfermos y tosían con fuerza. En este oportunidad bailaron y cantaron para nosotros, algunos hicieron una competencia de saltos y encendieron fuego de manera rudimentaria pero muy rápida. Entramos a sus casas de nuevo y visitamos una escuelita muy preparada para dar un show al turista. Esta visita fue muy linda, pero no se puede comparar con la profundidad y fuerza de nuestra experiencia con Caroline, Daniel, Rispa y Emanuel en Kenia. 

Una media hora después alcanzamos los 2200 metros y por fin llegamos a nuestro campamento, dispuesto de manera similar al del Serengeti en carpas un poco más pequeñas, pero igual de encantadoras y cómodas. En este caso nos dieron un pito y un radio para usarlos por si algún elefante entraba al lugar. No sé si sea un riesgo real, pero el solo hecho de tener estas herramientas a la mano nos hacía sentir especiales. La amabilidad del personal de atención y servicio no tienen igual! Son muy amorosos y dedicados y nos hacen sentir muy bien. Conversamos un rato al lado de la fogata y luego cenamos en una mesa enorme dispuesta para 6 comensales, parecíamos en una escena de ficción de una película glamoroso sobre África. En este campamento hacía mucho más frío, así que nos cubrimos con mantas para poder apreciar la vista del imponente Ngorongoro que al día siguiente nos serviría de escenario para nuestro safari final. 

Día 11 y 12 - 24 y 25 de septiembre 
Ngorongoro

El día 24 de septiembre inició muy temprano, madrugamos más de la cuenta porque solo podíamos estar 24 horas en el Ngorongoro. Es un cráter extinto que por su fertilidad y condiciones de cercado natural, es como un resumen de todo lo que vimos en África. Todo menos los escasísimo Rinocerontes y las elegantes Jirafas, que saben que si bajan hasta esta olla multicolor, jamás van a poder volver a salir. 

En un momento del camino encontramos una leona y un león recostados muy cerca uno del otro, eran jóvenes y según Leo estaban de luna de miel. Por lo tanto lo más seguro era que se aparearían cada 15 minutos. Esto llamó mucho nuestra atención y esperamos pacientes, con la misma paciencia que se necesita para hacer un safari y dejarse sorprender por las maravillas de África. Luego de un rato el León se montó encima de la Leona y en menos de 5 segundos el acto estuvo consumado. Ante nuestra sorpresa Leo sonrió y sólo atinó comentar que “ y eso que es joven, los mayores duran menos” bueno pues este ritual de cada 15 minutos dura bastante tiempo y por la expresión y pose de la Leona parece que le es suficiente para quedar muy satisfecha. 

Sabíamos que hoy sería nuestra última oportunidad de ver los animales salvajes por eso cada aparición de nuevo nos llenaba de asombro y nostalgia al mismo tiempo. Era como una despedida que ninguno de los que estábamos allí quería tener. Luego de un repaso por algunas especies, de ver a lo lejos el salar que estaba en el medio del crater y que desde nuestro refugio lucía espléndido; y de bajarnos en medio de un oasis invadido de Hipopótamos salimos del Ngorongoro a través de una empinada subida que estaba llena de un polvillo rojizo color ladrillo que le daba un tono marciano a este sendero. 

El camino de llegada a Arusha, nuestro destino final era cada vez mas urbano e incluso paramos a almorzar en un restaurante, algo muy exótico por estos lares y en dos mercados de artesanía para comprar algún recuerdo. Llegamos a eso de las 5 de la tarde a nuestro hotel, que estaba en el centro de la ciudad, yo sigo pensando que somos bastante parecidos, las ciudades africanas son muy cercanas a lo que vemos en las costas de nuestros países. Nuestros compañeros de viaje partirían al día siguiente muy temprano hacia Zanzibar a seguir su luna de miel y nosotros regresaríamos unos días a Paises Bajos y Bélgica. Nos despedimos muy agradecidos con la vida por haber coincidido y con la esperanza de seguir en contacto, compartimos una cena de despedida y con un abrazo nos dijimos adiós.

El día 25 fue un día de descanso en el que ni salimos del cuarto. Retomábamos energías para seguir el viaje y seguíamos asimilando todo lo vivido aquellos días. Agradecidos salimos hacia el aeropuerto internacional de Kilimanjaro a una hora y media de Arusha y a los pies del monte más alto de África. 

Este último post lo escribo varios días después de salir de África, una lluviosa y fría mañana de domingo, en un tren que me lleva de Amsterdam a Bruselas. Aún me cuesta decantar todo lo que sentí en mi paso por África, aún hay momentos y lugares que me parecen imposibles y ya me cuesta distinguir si fue un sueño o en realidad estuve ahí. Ya he soñado con África ya he añorado sus polvorientos caminos y seguro que he dejado mucho de mi en este lugar, me voy cargado de cosas maravillosas y con el compromiso de regresar algún día para repasar mi historia y seguir aprendiendo todo lo que la naturaleza nos enseña sobre la nobleza y la gratitud. 















Así debe ser el cielo.

Día 8 - 21 de septiembre 
El cielo debe ser como Tanzania

El día anterior cuando nos habíamos perdido en la isla Lukuba, Sara y yo vimos a lo lejos una comunidad de pescadores, creíamos que estábamos solos en el lugar pero había todo un mundo aconteciendo a  un costado nuestro. Sólo separados por una muralla de rocas dispuestas caprichosamente por algún ser superior que nos reta el entendimiento.

Pedimos a los guías que nos llevaran allí temprano, antes de salir de la isla con el objetivo de conocer un poco más del lugar. El guía que nos acompañó preguntó: están seguros? Son los primeros turistas que me piden eso. Llegamos a una pequeña comunidad de pescadores que me llamaron la atención por dos cosas: la cantidad de basura que tenían a su alrededor y el olor que salía del interior de las chozas. Fue interesante visitar este sitio para estar más en contacto con las personas locales. A pesar de que sentimos que Kenia es más atrasado que Tanzania parece que no es así y esta población era claro reflejo de ello. 

Rápidamente regresamos a nuestro paraíso,  que parecía un mundo paralelo tan cercano y tan distante a la vez de la vida de este pueblo de pescadores. Nos separaban unos 500 metros de distancia pero una inmensidad en cuanto a costumbres y calidad de vida. Ante el desayuno abundante y delicioso del hotel creo que todos nos quedamos con la sensación de que en momentos así las brechas sociales parece que dolieran.

Nos fuimos del Lago Victoria tristes por no podernos bañar en el, porque aunque tenían arena blanca, olas y un azul profundo, sus aguas están contaminadas; y al mismo tiempo maravillados porque aunque no estuvimos cerca del lugar exacto, es en este lago donde nace el rio Nilo. 

Unas dos horas después llegamos al parque nacional del Serengeti, uno de los orgullos de Tanzania y de todo África, recorrimos una pequeñísima sección de sus 14600 km2 pero ese poquito nos bastó para ver su inmensidad y una cantidad variadísima de animales incluyendo a muchos Leones, Aves, Jirafas, Hipopótamos, Elefantes, Cebras, Impalas, Ciervos, Topins, Búhos,Dicdic, Alces y Gacelas entre muchos otros. En una sola tarde vimos tantos Leones que nos quedó claro que estábamos en su reino. 

Mas tarde llegamos a nuestro hospedaje que esta vez era un campamento situado en la mitad del Serengeti y conformado por varias carpas que tienen las mismas capacidades y características de un cuarto de hotel. Es súper diferente quedarse en un lugar así. Sentimos como
el viento y la lluvia mueven estas estructuras a su antojo, incluida la principal, donde antes de irnos a duchar bajo el método militar (una bolsa de agua de 20 litros) cenamos. Comimos en  la mitad de la sabana africana no sin antes imaginarnos que el paraíso debe ser un lugar muy parecido al Serengueti por su inmensidad, libertad, paz y belleza. 

Día 9 - 22 de septiembre 
Flipando!!

Podrá sonar monótono o repetido volver a mencionar que salimos a buscar animales en el Serengeti, pero les aseguro que la emoción y entusiasmo permanecen intactos. Cada que nos encontramos con un León, Leopardo, Chita, Jirafa o familia de Elefantes la emoción es la misma y buscamos el mejor ángulo o pose para la foto.

El día empezó bastante lento, sin animales por ningún lado, el plan era ver Chitas y Rinocerontes, los más escasos pero los que nos hacían falta. De un momento a otro empezaron a aparecer los animales por doquier, Leones sobre todo, imponentes y hermosos como los reyes que son. El asunto es que aparecen tan súbitamente y tan cerca que el temor se manifiesta mezclado con el asombro y la incredulidad de tener un ser tan imponente tan próximo a uno mismo. 

Apareció un leopardo que pasó muy cerca de nosotros con sus manchas espectaculares y más tarde una chita, muy parecida al leopardo pero con un cuerpo muy estilizado. Cuando la mirábamos acercarse a nuestro carro fueron poco a poco apareciendo mas carros de safari y llegaron tantos que casi perdimos la cuenta, no podemos negar que esto le resta emoción a la escena. Por eso Leo no tiene radio y se aleja de los tumultos. Sin embargo en un de esas curvas del camino alguien le dijo que en un lugar remoto había una Rinoceronte con su cría. Casi 45 minutos después llegamos a una explanada donde al fondo, diminuto se veía el animal que está en grave peligro de extinción, en Tanzania solo quedan 163, es muy triste que maten a este animal tan lindo solo por quitarle su cuerno que, para los algunos funciona como afrodisíaco.

Completábamos así los Big Five, es decir los 5 animales que son más difíciles de cazar. Si bien nosotros ya lo vimos en Nairobi y el de hoy fue desde bastante lejos seguiremos en sus búsqueda. 

Mientras vamos buscando animales hemos tenido mucho tiempo para compartir con nuestros amigos españoles y comparar nuestras costumbres, que aún entre ellos (madrileños y catalanes) son diferentes. Lo que si es claro y todos sentimos por igual es que todos flipamos con este viaje!! 

En algún momento pasamos por entre una manada de búfalos, allí habían unos bastante viejitos. Su manada no los abandona pero las Hienas y los otros felinos los atacan de primeros por su fragilidad. También pasamos cerca a una madriguera de Hienas donde habían dos mamás cuidando a todos los bebés del grupo. Se ven tan lindas, pero su adultez es realmente desagradable, tanto así que incluso Aristóteles llegó a referirse a ellas en términos poco afectuosos. 

Más animales, comida, conversación y carreteras... así pasan nuestros días. Ojalá esto no se acabe y podamos seguir disfrutando de la experiencia más diferente de nuestras vidas. Ojalá todos puedan ver en algún momento esta dimensión y fortalecer su compromiso de cuidar y recuperar a la pachamama. 

























martes, 24 de septiembre de 2019

Inolvidable!!

Día 6 - 19 de septiembre 
Inolvidable...

Eran las 4 de la mañana y ya no pude dormir más! Era una mezcla de ansiedad y de regocijo, los colores del atardecer del día anterior me nublaban el entendimiento y la ansiedad por lo que vendría me hacía palpitar el corazón con fuerza. Creo pocas veces había madrugado con tanto entusiasmo.

Salimos a las 5 de la mañana en nuestro desvencijado Toyota Land Cruiser, que claramente tuvo días mejores. Tuvimos algunos problemas de tráfico ya que un goloso hipopótamo y una elegante Jirafa se atravesaron en nuestro camino y ante la oscuridad de la madrugada aparecían y desaparecían como ilusiones divinas. Es un sueño. 45 minutos después llegamos a una explanada dentro de la reserva y aún sin salir el sol y muy arropados por el viento de la mañana nos montamos en nuestro globo aerostático. Nunca antes lo había hecho y me quedo sin palabras para describir la experiencia. Fueron los 3600 segundos más plenos de mi vida y es que la receta era perfecta: los colores del amanecer, el viento frío de África rozándome la cara, la inmensidad del Masai Mara, miles de animales despertando en la llanura bajo nuestros pies, rios serpenteantes, Ñus marchando en perfecto orden hacia Tanzania, la mejor compañía y el silencio... sobre todo el silencio... todo esto me dibujó una sonrisa en la cara y en el alma que difícilmente se me borrará. Visitaré este rincón de mi memoria con frecuencia porque esta sensación es incomparable e inmejorable y a ratos incomprensible. 

Peter fue el piloto de nuestro globo, pero no Pedro nuestro guía sino Peter... un californiano cercano a los 70 años y quien seguramente tiene uno de los mejores trabajos del mundo. Él lo sabe e irradia alegría, optimismo y agradecimiento con la vida por los 25 años que ha pasado en Kenia. Tuvimos un aterrizaje tranquilo y de inmediato nos estaba esperando Pedro quien nos llevó a otro lugar donde estaba servido el desayuno, yo no lo podía creer! En medio de la nada habían montado un desayuno para cerca de 100 personas con todo lo que cualquiera pueda necesitar. Un desayuno de lujo no solo por la comida y la forma de servirlo, sino lujo en el sentido de que jamás olvidaremos el día en el que desayunamos rodeados de cebras, brindando con champaña en el Masai Mara en la mitad de África Oriental. 

Despertamos de ese sueño para seguir buscando animales. Con nuestros compañeros bromeábamos sobre la poca gracia que nos hacían ya las especies repetidas y la curiosidad profunda que nos generaban los leopardos y rinocerontes, casi imposibles de ver. 

Mas tarde a lo lejos un grupo de 4x4 llenos de atentos teleobjetivos esperaban pacientemente frente a un arbusto. Nos acercamos y de inmediato vimos a un hermoso Leopardo en posición de caza frente a una Gacela indefensa, creímos que el ataque sería inminente, pero después de casi media hora de paciente espera (cualidad que pocos tienen porque algunos aguantaban poco minutos) , y de tejer un sin fin de teorías... nada pasó! Las Gacelas (que eran 2) salieron corriendo y el majestuoso Leopardo se fue a dar un baño al río cercano. Yo habría podido quedarme viendo ese hermoso animal el resto de la tarde, es un lujo no saber el día y la hora en el que estamos, es un lujo que solo haya internet por momentos, pero es un verdadero gusto saber que lo más importante que tienes que hacer en el día es admirar a un felino perfecto. Como dije antes... estas cosas hacen que todo valga la pena. A veces serán leopardos, a veces será un atardecer, en otro momento será un olor, un sabor o un recuerdo. El verdadero lujo es no perder la capacidad de asombro, valorar lo poco o lo mucho que tengamos y entender que la felicidad que viene de adentro es la que nos hace valorar lo pequeño y lo grande que tenemos a nuestro alrededor, no sólo en unas maravillosas vacaciones, sino en todos y cada uno de los días de la vida. 

Yo creo que en el día podemos recorrer aproximadamente 100 kilómetros buscando animales. Luego de la caza fallida llegamos a la orilla del Río Mara antes de pasar por un momento por la frontera con Tanzania. Todo esto dentro del Masai Mara. El rio estaba repleto de Hipopótamos y cocodrilos, caminamos por la orilla un rato con compañía de un guarda parques y seguimos nuestro camino buscando un lugar seguro donde almorzar.

La sombra de una Acacia fue el lugar perfecto donde comimos pollo, arroz y ensalada que nos habían mandado del campamento. Qué más podemos pedir, creo que solo agradecer. De regreso al campamento, ya bastante cansados un grupo de Jirafas no dejaron de sorprendernos, unos Leones adolescentes dormían al lado del camino y unos turistas perdidos a quienes ayudamos cerraron nuestra visita al Masai Mara. 

Un baño reconfortante, unas cervezas heladas y una buena charla nos prepararon para la última cena al lado de los hipopótamos. Al final una fogata que nos ayudaba a contemplar el cielo tapizado de estrellas fueron la antesala perfecta para el final de un día inolvidable. 

Día 7 - 20 de septiembre 
Las piedras del camino...

Antes de verlo bien no entendía lo que todo miraban con asombro, eran sólo las 7 de la mañana y ya habíamos empacado, desayunado y salido hacia Tanzania. 

Por el camino vimos todos los niños Masai iban a sus escuelas con unos uniformes coloridos mitad Masai, mitad colegio británico. Algunos llevaban un palo, imagino yo que para defenderse de la aparición súbita de algún animal. Otros corrían temerosos de llegar tarde y otros más eran llevados por sus padres como lo hace cualquier familia con sus hijos. 

Tuvimos que cambiar de carretera porque un carro se había atorado sin dejar paso para los demás, esto nos obligó a cambiar la ruta trazada y a perder un poco de tiempo. No puedo negar que nos frustramos un poco por aquella mala costumbre de querer tener todo bajo control. Pero de no ser por eso no hubiéramos logrado ver una de las imágenes más crudas y más hermosas a la vez. Un Leopardo dormido encima de un árbol al lado de una Gacela muerta y recién cazada esperando a ser el bocadillo de su victimario. Lo que antes era frustración ahora era fortuna. Como en la vida, uno a veces no entiende las razones de los problemas, pero la vida misma con el paso del tiempo se encarga de poner todo en su lugar y de explicarnos el porqué de cada situación.

Seguimos nuestra contrarreloj mientras salíamos de la reserva natural y atravesábamos el sur de Kenia por zonas más urbanas. Sin duda este es un país muy centralista donde el contraste entre Nairobi y las zonas rurales es inmenso y donde las personas viven de forma modesta y la infraestructura es bastante precaria. En medio de la ruta un pinchazo en una llanta que Magas y Pedro solucionaron con buen humor y sin apuro. Esto pudo haber sido una calamidad, pero  en el continente de Hakuna Matata vamos sin preocupaciones... como hay que vivir. 

Después de 3 horas y media llegamos a carretera pavimentada y recién ahí notamos el grave problema mecánico de nuestro cacharro que no lo dejaba avanzar a más de 50 kilómetros por hora, esto no era notorio en las trochas del parque pero si en las autopistas de la frontera. Una hora después llegamos a Tanzania.

El paso fronterizo es igual a cualquier otro que haya conocido, controles, sellos, revisiones, tramitadores, estafadores y mucha mucha gente! Nos despedimos de Pedro, Magas y del cacharro y conocimos a Leodigas nuestro nuevo guía y a nuestro nuevo coche que al lado del anterior era una verdadera nave. Leodigas habla perfecto español lo que sumado a su experiencia, conocimiento y pericia al volante hacen que sea el compañero ideal. A estas alturas no nos separamos para nada de nuestros amigos españoles y cada minuto que pasa es una oportunidad para conocernos y compartir más. Como buenos latinos ya nos hemos prestado medicinas, consejos, recomendaciones y hasta plata. 

Tanzania es un país de casi un millón de km cuadrados. Tiene una población de 51 millones, el más poblado de África Oriental y nació de la unión de dos países Tanganica y Zanzibar en 1964. En promedio las mujeres tienen 5 hijos y la esperanza de vida es muy baja cerca de 50 años ya que es uno de los países con mayor cantidad de infectados por VIH y uno con el IDH mas bajo. El 75% de la población está alfabetizada pero hay una gran deserción en la educación secundaria. Dar Es Salam es su ciudad más poblada, pero su capital es Dodoma en el centro del país. Tanzania es conocida por el Serengueti un parque natural de 14.000 kilómetros cuadrados y el Kilimanjaro la montaña más alta de África. Se distingue de sus vecinos porque lucha por una identidad propia y se niega a conservar cualquier vestigio de su período colonial británico incluso quieren desterrar al inglés y consolidar al Suajili como único idioma oficial. A pesar de tener 120 diferentes tribus, no han tenido conflictos internos y menos genocidios como el de su vecino Ruanda. También comparte con Kenia y Uganda el Lago Victoria, el segundo más grande del mundo de agua dulce y nuestro destino el día de hoy. 

Entramos sin problemas a Tanzania y el cambio fue inmediato. Un país mucho más verde y con edificaciones más modernas y desarrolladas. De las carreteras ni hablar, no hay punto de comparación!!! Algo similar experimenté cuando crucé la frontera norte de Costa Rica hacia Nicaragua y pude notar de forma inmediata los impactos de las decisiones políticas en la vida de las personas. 

Recorrimos otras dos horas de camino y llegamos a la orilla del lago, allí almorzamos y disfrutamos de una divertida conversación. Este sector de Tanzania es muy similar a cualquier pueblo de la costa caribe colombiana. Sin embargo el aspecto y vestimenta de las personas es totalmente diferente. 

Tomamos una lancha común y después de 45 minutos llegamos a Lukumba una isla hermosa con 5 cabañas que serían nuestro hospedaje por este día. Descansamos un rato mirando siempre hacia el lago aún desde la cama, una vista idílica. El plan era encontrarnos a las 6 para ver el atardecer desde el punto más alto de la isla! Salimos caminando con nuestros amigos españoles hacia las rocas más altas. Sara la chica madrileña es profesora de niños especiales y ama su trabajo, en sus tiempos libres se dedica al deporte y de ahí su atlética figura. Nos pusimos a conversar sobre su oficio quedándonos de últimos en la fila, y de un momento a otro nos dimos cuenta que nos habíamos perdido y no sabíamos a donde ir. Sara experta montañista empezó a orientarse y buscar señales y yo la seguía atento pero tranquilo. Estuvimos perdidos como 15 minutos en los que vimos una zona mas alejada de la isla y nos encontramos con un grupo de jugadores de fútbol que prácticamente se abalanzaron sobre Sara. Uno de los guías preocupado por nuestro destino nos encontró y logramos subir a tiempo a la roca para ver el atardecer. Allí nos esperaba el resto del grupo con cervezas y comida para admirar con más gusto ese espectáculo.

Seguimos la misma rutina de las últimas noches, cena (esta vez pescado) y luego un repaso del día en la fogata. Seguimos avanzando en este camino africano sin dejar de sorprendernos. Hoy escribo este post desde la mitad del Serengueti en un tienda de campaña, alejado de toda civilización y con el coro de 10 Hienas que viven en la zona, como compañía. 











jueves, 19 de septiembre de 2019

Después de la tormenta llega la calma.

Día 4 - 17 de septiembre 
Después de la tormenta siempre llega la calma.

El día anterior me dejó sin energías, un golpe emocional muy fuerte, nunca antes había sido testigo de un dolor tan profundo y de historias tan fuertes de tan de cerca... y eso que a nuestro lado día a día, abundan también. 

El amodorramiento era notable y a esto se sumaba que teníamos que dejar nuestro palacio keniano para irnos a otro hotel más cerca del aeropuerto local ya que de lo contrario no alcanzaríamos a tomar la avioneta que nos llevaría al parque nacional Masai Mara. Ya me habían advertido que el tráfico en Nairobi era endemoniado pero jamás pensé que sería peor de lo que tenemos en América Latina... dicho esto la ventaja es que aquí nadie pita, pero porque sencillamente los carros no se mueven.

En la mañana mientras hacíamos las maletas para el cambio de hotel explotó el adaptador de electricidad y nos quedamos sin cables y cargadores para el teléfono y esto tampoco ayudó... íbamos para el paraíso y no tendríamos como tomar fotos. 

El transfer nos recogió una hora antes de lo previsto, la herencia británica se nota en la puntualidad keniana. Resignados nos despedimos de Villa Rosa, dejando atrás mis casi 100 rositas de cumpleaños, y sumergidos en el tráfico, aceptamos la propuesta del conductor y nos fuimos para la casa museo de Karen Blixen, famosísima escritora danesa quien vivió aquí en los años 30 y quien a partir de su experiencia escribió Memorias de África, celebrado libro que en 1985 fue convertido en una película, ganadora de 7 premios Oscar y protagonizada nada más y nada menos que por Meryl Streep y Robert Redford. Parece que todo el mundo la ha visto menos yo! 

La historia es más o menos así: una mujer millonaria es obligada a casarse con un rico barón danés, se vienen a vivir a Kenia porque compran una extensa propiedad para sembrar café, ya en Kenia ambos se contagian de sífilis y deciden divorciarse. Ella se enamora de un piloto y lo lleva a vivir con ella en la espléndida mansión. Ella fumadora y cazadora empedernida, entabló una amistad muy fuerte con la gente local y en 1930 y ante la caída de los precios del café y la muerte de su novio decide vender sus propiedades, regresa a Dinamarca y se dedica a escribir y pintar hasta que muere a los 77 años. Ha sido una de las escritoras más célebres de su país apareciendo incluso en billetes y estampillas. En 1964 los daneses regalaron a Kenia la finca de la escritora y el gobierno la convirtió en escuela y posteriormente en museo en honor a Karen.

Este museo fue el remanso de paz que necesitábamos para recargar baterías y seguir con toda la energía nuestro viaje. Es un lugar acogedor lleno de palmeras, bugambilias de un fucsia deslumbrante y una brisa refrescante. Sé que eran otros tiempos pero nunca lograré entender como alguien es capaz de matar animales solo por diversión, por lo que las pieles de leopardos, las patas de elefante usadas como mesas y leones disecados por toda la casa le restaron un poco de su magia. Por lo demás es un sitio imperdible. Nuestro pensamiento recurrente fue: que rico sería tener un pedazo de tierra y una casa así. Entendimos entonces porque aunque a Karen Blixen la sacaron de África, nunca pudieron sacar a África de su corazón. 

Mas tarde llegamos al nuevo hotel, más sencillo pero estratégicamente ubicado al lado de un mall donde pudimos comprar los nuevos cables y visitar un supermercado local donde evidenciamos los beneficios de la globalización al encontrar los mismos productos y marcas que en existen Lima, pero con un inmenso desencanto al corroborar la imposibilidad de encontrar productos locales. 

Día 5 - 18 de septiembre. 
Al infinito y más allá.

A las 8 de la mañana habíamos llegado al aeropuerto Wilson de Nairobi que se parece a cualquier cosa menos a un aeropuerto, es una suma de edificios desordenados, mercados y tiendas que hacen que se asemeje más a una plaza de mercado que a cualquier cosa. Salimos en una avioneta para 12 personas  bastante pequeña que nos llevó en un viaje tranquilo de 45 minutos hasta Masai Mara. Un parque nacional de 1500 kilómetros cuadrados que prometía mostrarnos la verdadera Kenia más salvaje. Allí conocimos a dos parejas de recién casados Sara y Sergio de Madrid y Marta y Ferrand de Barcelona. Creo que hubo química perfecta y hoy puedo decir que han sido los mejores compañeros de viaje. 

Una trocha sirvió como pista de aterrizaje por la que pasaban Ñus que al sentirla llegada de la avioneta salían despavoridos despejando el aterrizaje. En la misma pista nos esperaba Pedro nuestro guía con Magas el mejor conductor de la zona. Directo fuimos al parque nacional y solo unos minutos ua habíamos visto Ñus, Búfalos, Impalas, Elefantes, Topis, Gacelas, Jabalís, Avestruces, Buitres, Halcones, Chacales, Hipopótamos, Cocodrilos, Cebras y las más elegantes y graciosas Jirafas que para mi se robaron el show. Fuimos a almorzar a nuestro hotel que esta al lado de un río donde vive una familia de Hipopótamos que fueron nuestros compañeros por los días que estuvimos aquí. Son igualmente graciosos como imponentes y peligrosos, por lo tanto de lejitos mas bonitos. 

Una siesta para recuperar energías y a las 4 pm regresamos al parque para ver el atardecer. Seguimos dando vueltas por los senderos interminables del parque siempre con la ilusión de ver al rey de la selva, contemplando enormes llanuras, paisajes infinitos y la inmensidad en su máxima expresión. Emprendimos nuestro regreso al hotel con las pupilas empachadas de naturaleza, vida y el corazón repleto de agradecimiento. 

La certeza de que momentos como estos hacen que todo valga la pena, no nos la quita nadie. 

Saliendo del parque en una curva final una leona nos esperaba, recostada, perezosa y coqueta y la emoción fue infinita... más adelante estaba una familia completa de leones con 5 bebés juguetones que fueron la cereza del postre. Que linda experiencia, que afortunados somos y que maravilla es  la naturaleza en su estado puro. 

Cenamos al lado del rio escuchando a los hipopótamos retozar y ansiosos de la aventura del día siguiente. No sabíamos la maravilla que nos esperaba y nada anticipaba que conoceríamos lo más cercano al éxtasis. 






lunes, 16 de septiembre de 2019

Nadie sabe lo de nadie!!

Día 3 - 16 de septiembre 
Nadie sabe lo de nadie. 

Hoy conocimos a Caroline o Caro, como le gusta ser llamada. Una morena hermosa que debe estar bordeando los 40 años. Impecablemente vestida con el uniforme de la ONG australiana ONE HORIZON y manejando una 4x4 último modelo, se presentó como nuestra guía para la aventura del día: convivir con la comunidad Maasai a las afueras de Nairobi. 

Caro admira a Lupita Nyongo la famosa actriz nacida en México por accidente, pero keniana 100% gracias a ella muchas niñas se llaman Lupita, también hay muchos niños llamados Obama y niñas con el nombre de Michelle. 



Caro fue criada por su abuelo y sus tres abuelastras en su tribu a 200 kilómetros de Nairobi, fue abandonada por su madre que la tuvo estando soltera y al iniciar una nueva vida, quiso dejar atrás el pasado incluida Caroline. A los 10 años su abuelo falleció y fue llevada donde su madre y su padrastro, que no la querían a su lado, sin embargo una tía le vio potencial, se ganó su confianza y le pidió que cuando tuviera su menarquia no le dijera a nadie, solo a ella porque era un secreto que debían guardar para ellas dos, a lo que Caro obedeció sin cuestionamientos. 

Una vez que menstruó por primera vez fue corriendo a avisarle a su tía quien sin dudarlo la llevó a una clínica donde sin ninguna anestesia le quitaron su virginidad y la recetaron pastillas anticonceptivas. Todo esto a los 10 años. Un día y aún sin encontrar ninguna malicia en lo que había pasado, su tía la invitó a una fiesta, le compró un vestido y la presentó ante su grupo de viejos amigos. Uno de ellos la tomó y al darse cuenta que no era virgen hizo un escándalo y reclamó a su tía, quien siguiendo el plan delicadamente trazado llevó a Caro con su madre acusándola de prostituta y como prueba le mostró que incluso tomaba pastillas anticonceptivas para no quedar embarazada. 

Caro no entendía bien lo que estaba pasando, y en un ritual propio de su comunidad,  fue desnudada e inspeccionada por todas las mujeres de la tribu quienes en consenso confirmaron que Caro ya no era virgen... Repudiada por su tribu y por su familia fue obligada a casarse con un hombre mucho mucho mayor que ella y nuevamente desterrada. No sé sino supimos entender bien o si Caro no nos quiso explicar pero a la fecha ella no entiende porque su tía hizo eso, lo que si tiene claro es que aún no la ha podido perdonar. 

Lo que Caroline no sabía es que este era solo el inicio de su pesadilla, cada cierto tiempo se escapaba de su matrimonio forzado y regresaba a su villa pidiendo ayuda a su mamá. Según la ley, los ancianos de la tribu siempre la regresaban donde su marido sin darle oportunidad siquiera de explicar sus motivos. Ella a los 12 años ya había sufrido tanto que hasta sus lágrimas se habían secado de tanto llorar. 

Ya con 15 años y dos hijos se escapó de la casa de su esposo y regresó de nuevo a la villa buscando ayuda, esta vez los ancianos decidieron que podía dejar a los hijos con su madre, pero ella sería desterrada de nuevo. Terminó viviendo en las calles de Nairobi sin saber muy bien que hacer, pero con el profundo deseo de reencontrarse con sus hijos algún día ya que al igual que ella,  recibían los maltratos y desprecios de su abuela. Un día una mujer le ayudó, le ofreció trabajo como niñera y le dio la oportunidad de ingresar a estudiar. Se rompió entonces una racha de infortunio que pronto le dio el poder y la fuerza para recuperar a sus hijos, emprender su propio negocio, seguir estudiando,  aprender a manejar, enfrentar su pasado y ahora a través de New Horizon ayudar a otras mujeres que han pasado por situaciones similares a la de ella. Su mayor orgullo es que su hijo y su hija están ahora en la universidad y la certeza de que aunque muchas veces quiso quitarse la vida, la felicidad de su vida actual, hace que todo haya valido la pena. 

Jamás me hubiera imaginado que esta simpática y bella mujer cargaba encima semejante historia. En Colombia se dice “Nadie sabe lo de nadie” por eso es que una sonrisa y la empatía siempre serán la mejor herramienta para curar cualquier herida y para afrontar todos los problemas, que ante historias como la de Caro, sin importar el tamaño que tengan parecen insignificantes. 

Después de atravesar las colinas de Nairobi llegamos a Maasai Land, las tierras habitadas por los Maasai, en medio de un paisaje muy similar al nuestro, nos esperaba Daniel con parte de su familia. Los Maasai son la tribu más respetada de Kenia, ya que al mismo tiempo son pacíficos pero grandes guerreros, por lo general el ministro de defensa del país es Maasai. Se distinguen por su colorida artesanía y su ropa de roja, amarilla y naranja. 

Emmanuel Risah, el hijo mayor de Daniel fue nuestro principal guía durante todo el día y su madre Rispa,  junto con Caro, prendieron el fuego y cocinaron para nosotros aunque siempre en silencio pues la educación para las mujeres es reciente y por lo tanto las mayores no saben hablar inglés. Rispa nos contó con la ayuda de Caro que hubiera querido ir a la escuela pero su padre nunca se lo permitió. Ella recibió su collar de compromiso desde los 3 años, es decir ya estaba prometida en matrimonio a Daniel, a cambio de algunas vacas, el bien más preciado de la comunidad Maasai. Rispa fue sometida a la ablación de clítoris a los 11 años, primero le cortaron todo el pelo de la cabeza, luego sin anestesia, vigilada por 4 mujeres, vestida de blanco, con las dos piernas amarradas con cuerdas que salían por las ventanas opuestas,  y eran sostenidas desde afuera por otras mujeres, fue mutilada. Por lo general las niñas se desmayan del dolor, el sofoco y la impresión; y cuando despiertan se les premia con una vaca, así fue la historia de Rispa también. 

Esta funesta costumbre dicta que se ponga únicamente nata de leche en la herida y que a la víctima se le deje descansar hasta las 3 pm del mismo día, en ese momento las mujeres regresan para verificar si todo ha sido bien cortado, y sino es así,  se repite la operación que es aún más dolorosa en este segundo round. La víctima tiene prohibido llorar durante el proceso. Pasados los días la curación se hace con orina de vaca y puede durar hasta 5 meses, ya que durante este tiempo la herida se abre una y otra vez hasta que quede “perfecta”. Luego de esta tortura las niñas no se bañan por 11 meses,  sólo se pueden limpiar con hojas y orina de vaca, esto para que huelan mal y no sean atractivas a otros hombres. 

La circuncisión femenina es una práctica prohibida, pero que sigue siendo común entre la tribu. Incluso ahora se les pide a las mujeres Maasai que tengan sus partos en clínicas ya que a veces las parteras aprovechan para hacer la mutilación durante el alumbramiento, sin autorización. Muchas personas aún creen que el clítoris hace a las mujeres infieles e  indignas de ser esposas. Frecuentemente el gobierno manda inspectores para revisar a las chicas, porque después de esta mutilación jamás vuelven a ser las mismas y como en el caso de Rispa caen en una profunda depresión que las acompaña por años a tal punto que un día ella decidió irse con su hijo más pequeño hacia el monte para dejarse devorar por algún animal salvaje y terminar así con su padecimiento. Allí fue rescatada por una amiga que la llevó a un centro de apoyo y después de varios años de tratamiento y acompañamiento regresó a su casa, justo antes de que sus hijas más pequeñas, que había dejado atrás, pasaran por lo mismo. Hoy ayuda a otras mujeres y junto con Daniel su esposo apoyan y difunden los riesgos de la female genital mutilation y la importancia de la monogamia para la salud física y emocional. Al mismo tiempo es una destacada artesana y cuida de su hogar. 

Después de esta conversación es fácil entender porque la mirada de Rispa es triste y porque por lo general camina con la cabeza baja y los pasos lentos. Cuanto han sufrido las mujeres Maasai!!! 

En cambio para los hombres la circuncisión es toda una experiencia, van con los ancianos y se internan en el bosque por varios meses y aprenden a ser “hombres” mientras sanan y pasan diversas pruebas de agilidad y valentía. 

Tomamos café con ellos en su casa, caminamos por sus tierras, subimos a sus árboles, aprendimos a hacer pulseras a su manera, bailamos, cantamos y hablamos sobre sus costumbres y tradiciones, tan distintos a nosotros pero al mismo tiempo tan parecidos. 

El abuelo de Emanuel tiene aproximadamente 94 años, nadie sabe a ciencia cierta su edad, hasta hace poco se empezaron los registros formales de nacimiento; pues bien, el anciano tiene 5 esposas en la actualidad, la más joven tiene 22 años y está embarazada, y la mayor tiene 27 años, en total tiene 50 hijos. En Kenia la poligamia es legal en todos los niveles y tanto en el campo como en la ciudad. 

Emmanuel quiere ser como su abuelo, aunque no quiere esposas asignadas como manda la costumbre, le queda un año para encontrar el amor. Ese fue el plazo que le dieron los ancianos, sino le tocará una mujer escogida por su padre. Emmanuel se ha enamorado dos veces pero de chicas que ya tenían el collar de compromiso y no se lo dijeron sino hasta el momento antes de casarse, cuando al mismo tiempo dejaron su casa paterna y el corazón de Emmanuel roto en mil pedazos. 

Daniel, nuestro anfitrión y padre de Emmanuel es el único hombre Maasai que tiene sólo una esposa. Él fue criado por varias madrastras que lo maltrataron y sometieron a una infancia infeliz y que le inculcaron odio por sus hermanos y el resto de su familia, él era una amenaza por ser el hijo mayor y posible heredero absoluto de todas las tierras de su padre. De no haber sido por que el cariño fraterno todo lo supera, hoy la historia sería muy diferente. 

Los Maasai más jóvenes, como Emmanuel, se encargan de cuidar el ganado, sobre todo de los temidos leopardos, más peligrosos que los leones. Tienen mil tácticas para defenderse, pero la clave lo más importante es no tener miedo. Así con esa misma determinación, entrenamiento y empeño enfrentan todas las dificultades y siempre siempre con respeto por el otro y con una gran sonrisa que deja ver sus dientes manchados y descuidados pero llenos de genuina simpatía. 

En Maasai Land las casas son construidas por las mujeres, son edificaciones pequeñas hechas de barro y madera, aunque poco a poco están adoptando las construcciones normales de Nairobi. Muchos extranjeros están comprando las tierras Maasai para vivir de una manera más sencilla y ellos los reciben con entusiasmo y los hacen parte de su comunidad. Sin embargo es difícil entender como pueden verse tan llenos de paz y amor cuando han pasado por tanto!