Día 10 - 23 de septiembre
Asante Sana
El final de la aventura africana se acerca y aunque ya son muchos los kilómetros recorridos y los animales divisados se siente un vacío en el pecho, porque uno quisiera seguir así/aquí para siempre.
Entre el entusiasmo de nuestros compañeros de viaje, la conexión que hemos establecido y el conocimiento, dedicación y entrega del guía hemos conseguido la mancuerna perfecta para que este recorrido sea aún más espectacular y satisfactorio.
El camino hoy sería largo pero sin prisas, safari en la mañana por el Serengeti, luego conducir hacia el sur para llegar al Ngorongoro y de camino parar en una aldea Maasai. Salimos de nuestro campamento dejando un poco de nosotros en él y llevándonos sus sonidos, olores, canciones y paisajes muy grabados en nuestra mente, especialmente la sonrisa de la gente, que no tiene precio. Iniciamos el camino habitual lleno de animales y especies nuevas que se sumaban a la larga lista. La mañana se la robaron una familia de 17 elefantes que se cruzaron por el camino, o más bien nosotros nos cruzamos en el camino de ellos mientras tomaban un baño de lodo y polvo. Los estuvimos observando por un largo rato, sobre todo a dos de ellos que jugaban como niños pequeños en el barro... cómo alguien puede quitarles la vida sólo por lucro o diversión??? Inconcebible!!!
En la medida en que íbamos buscando la salida del Serengeti nos íbamos encontrando con dos cosas: primero con más civilización y luego con miembros de la tribu Maasai, envueltos en sus túnicas de colores y caminando expectantes al rededor.
Almorzamos nuestra cajita de lonchera en uno de los puntos de picnic, relativamente a salvo de los animales y seguimos el camino. Salimos del parque a través de la carretera más polvorienta que he conocido, respiramos tanto polvo y quedamos tan sucios que es difícil pensar como alguien puede vivir por allí. A lo largo de la ruta se van formando pequeños torbellinos y en algunos casos es necesario encender las luces de los vehículos para ver y ser vistos. Es muy surreal la escena y muy agreste para quienes habitan por las inmediaciones de este camino.
Pasamos por La garganta de Oldupai, el sitio arqueológico más importante del mundo, donde se encontraron los primeros restos de Homo Sapiens y Homos Erectus, con una antigüedad de aproximadamente 15.000 años. Este es uno de los sitios de los que los Tanzanos se sienten más orgullosos, junto con el Serengeti, su pedazo del Lago Victoria y el Kilimanjaro. Ahh y también por ser la tierra natal de Freddie Mercury!! 🤪
Dejamos la carretera empolvada y empezamos a ascender de los 1000 hasta los 2200 metros SNM, hacia uno de los bordes de Ngorongoro, un crater extinto de 20 kilómetros de diámetro que visitaríamos al día siguiente. En la subida paramos en una comunidad Maasai, muy similar a la que vimos en Nairobi, son una tribu nómada y son exactamente los mismos, pero esta aldea era habitada por más personas, que al vivir más alejados de la ciudad son más humildes y tienen las necesidades básicas menos cubiertas. Algunas cosas parecían coreografiadas para el turismo, pero su encanto, su colorido y su autenticidad no se los quita nadie. Aún me da vueltas en la cabeza la diferencia entre el aseo y vestimenta de los adultos y la suciedad y descuido de los niños, que en su mayoría lucían enfermos y tosían con fuerza. En este oportunidad bailaron y cantaron para nosotros, algunos hicieron una competencia de saltos y encendieron fuego de manera rudimentaria pero muy rápida. Entramos a sus casas de nuevo y visitamos una escuelita muy preparada para dar un show al turista. Esta visita fue muy linda, pero no se puede comparar con la profundidad y fuerza de nuestra experiencia con Caroline, Daniel, Rispa y Emanuel en Kenia.
Una media hora después alcanzamos los 2200 metros y por fin llegamos a nuestro campamento, dispuesto de manera similar al del Serengeti en carpas un poco más pequeñas, pero igual de encantadoras y cómodas. En este caso nos dieron un pito y un radio para usarlos por si algún elefante entraba al lugar. No sé si sea un riesgo real, pero el solo hecho de tener estas herramientas a la mano nos hacía sentir especiales. La amabilidad del personal de atención y servicio no tienen igual! Son muy amorosos y dedicados y nos hacen sentir muy bien. Conversamos un rato al lado de la fogata y luego cenamos en una mesa enorme dispuesta para 6 comensales, parecíamos en una escena de ficción de una película glamoroso sobre África. En este campamento hacía mucho más frío, así que nos cubrimos con mantas para poder apreciar la vista del imponente Ngorongoro que al día siguiente nos serviría de escenario para nuestro safari final.
Día 11 y 12 - 24 y 25 de septiembre
Ngorongoro
El día 24 de septiembre inició muy temprano, madrugamos más de la cuenta porque solo podíamos estar 24 horas en el Ngorongoro. Es un cráter extinto que por su fertilidad y condiciones de cercado natural, es como un resumen de todo lo que vimos en África. Todo menos los escasísimo Rinocerontes y las elegantes Jirafas, que saben que si bajan hasta esta olla multicolor, jamás van a poder volver a salir.
En un momento del camino encontramos una leona y un león recostados muy cerca uno del otro, eran jóvenes y según Leo estaban de luna de miel. Por lo tanto lo más seguro era que se aparearían cada 15 minutos. Esto llamó mucho nuestra atención y esperamos pacientes, con la misma paciencia que se necesita para hacer un safari y dejarse sorprender por las maravillas de África. Luego de un rato el León se montó encima de la Leona y en menos de 5 segundos el acto estuvo consumado. Ante nuestra sorpresa Leo sonrió y sólo atinó comentar que “ y eso que es joven, los mayores duran menos” bueno pues este ritual de cada 15 minutos dura bastante tiempo y por la expresión y pose de la Leona parece que le es suficiente para quedar muy satisfecha.
Sabíamos que hoy sería nuestra última oportunidad de ver los animales salvajes por eso cada aparición de nuevo nos llenaba de asombro y nostalgia al mismo tiempo. Era como una despedida que ninguno de los que estábamos allí quería tener. Luego de un repaso por algunas especies, de ver a lo lejos el salar que estaba en el medio del crater y que desde nuestro refugio lucía espléndido; y de bajarnos en medio de un oasis invadido de Hipopótamos salimos del Ngorongoro a través de una empinada subida que estaba llena de un polvillo rojizo color ladrillo que le daba un tono marciano a este sendero.
El camino de llegada a Arusha, nuestro destino final era cada vez mas urbano e incluso paramos a almorzar en un restaurante, algo muy exótico por estos lares y en dos mercados de artesanía para comprar algún recuerdo. Llegamos a eso de las 5 de la tarde a nuestro hotel, que estaba en el centro de la ciudad, yo sigo pensando que somos bastante parecidos, las ciudades africanas son muy cercanas a lo que vemos en las costas de nuestros países. Nuestros compañeros de viaje partirían al día siguiente muy temprano hacia Zanzibar a seguir su luna de miel y nosotros regresaríamos unos días a Paises Bajos y Bélgica. Nos despedimos muy agradecidos con la vida por haber coincidido y con la esperanza de seguir en contacto, compartimos una cena de despedida y con un abrazo nos dijimos adiós.
El día 25 fue un día de descanso en el que ni salimos del cuarto. Retomábamos energías para seguir el viaje y seguíamos asimilando todo lo vivido aquellos días. Agradecidos salimos hacia el aeropuerto internacional de Kilimanjaro a una hora y media de Arusha y a los pies del monte más alto de África.
Este último post lo escribo varios días después de salir de África, una lluviosa y fría mañana de domingo, en un tren que me lleva de Amsterdam a Bruselas. Aún me cuesta decantar todo lo que sentí en mi paso por África, aún hay momentos y lugares que me parecen imposibles y ya me cuesta distinguir si fue un sueño o en realidad estuve ahí. Ya he soñado con África ya he añorado sus polvorientos caminos y seguro que he dejado mucho de mi en este lugar, me voy cargado de cosas maravillosas y con el compromiso de regresar algún día para repasar mi historia y seguir aprendiendo todo lo que la naturaleza nos enseña sobre la nobleza y la gratitud.
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